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Workalcoholic, o el Síndrome del estrés vacacional

Vacaciones de surf

Si a veces ya produce estrés la espera anual de las queridas vacaciones, a muchas personas les genera estrés y ansiedad las propias vacaciones, hasta el punto de que es cuando algunos se ponen enfermos. Además, los meses de confinamiento por la crisis de la COVID-19 han agravado los síntomas de estas patologías, pues la llegada de unas vacaciones han sido todavía más ansiadas.

Muchas personas aterrizan dos veces cuando empiezan las vacaciones. El primer aterrizaje se realiza en el destino vacacional. El segundo, y más importante, es emocional: el cambio que supone parar durante unas semanas para descansar sin compromisos es más complejo de lo que parece a primera vista.

Hay personas que son incapaces de desconectar cuando están de vacaciones. Factores como el volumen de trabajo, la responsabilidad dentro de la empresa, la presión por un posible despido o el cargo que se ocupa son los responsables del estrés vacacional.

Por otro lado, el cerebro necesita un tiempo de adaptación cuando paramos en vacaciones, para entender la nueva situación y relajarse, ya que viene acostumbrado a un ritmo de vida intenso entre el trabajo, las relaciones personales, las redes sociales…  Además, este acto de parar, se hace también a nivel emocional, cosa que en muchas personas puede generar sensaciones de angustia, tristeza, vacío y aburrimiento.

A nivel fisiológico, cuando trabajamos sometidos a cierto estrés, tenemos elevada la hormona del cortisol. Si paramos nuestra actividad de forma radical, la adrenalina se descompensa, se desequilibra, y esto afecta a nuestro sistema inmunológico, produciendo ansiedad. Y si no somos capaces de lidiar con el estrés y la ansiedad, generamos una nula tolerancia a la frustración, lo que puede llegar a arruinar nuestras vacaciones.

 

Este año especialmente, me he encontrado en terapia con que todas estas sensaciones se ven agravadas por un síndrome postpandemia o en pandemia covid, donde por miedo a volver a los confinamientos, las personas tienen una mayor tendencia a la previsión y al control y suelen tener más estrés prevacacional, con un alto índice de pensamientos negativos, que les genera energía de inseguridad y miedos. Esto es la ansiedad anticipatoria, que tiene que ver con cómo afrontamos los cambios y cuánto nos cuesta soltar y dejar las cosas cerradas.

 

También hay casos que ocurren al revés, donde la ansiedad viene provocada por tener que pasar muchas horas al día con la familia de vacaciones y no encontrar tiempo para uno mismo para descansar. 

 

Para trabajar esta ansiedad, es necesario identificar el origen, si es de origen laboral, o familiar y hacer una transición pautada y adecuada de la intensidad al descanso, o a la inversa.

 

Los síntomas más identificables en una situación de estrés vacacional pueden ser: seguir contestando correos y llamadas de la empresa, dificultad para dormir y conciliar el sueño, falta o exceso de apetito, irritabilidad, dificultades para pensar con claridad, problemas de atención, concentración y memoria, sensación de que no se habla con la misma fluidez, necesidad de comprobar las tareas una y otra vez, pérdida del deseo sexual…». Y, ¿Quién quiere sentirse así en vacaciones?

 

¿Porqué ocurre esto? Mientras trabajamos y mantenemos una rutina intensa, los niveles de cortisol y adrenalina (las dos hormonas relacionadas con el estrés) son elevados. La adrenalina hace que nuestro sistema inmunológico esté más fuerte y el cortisol actúa como antiinflamatorio, todo ello para que podamos aguantar largas jornadas. En cambio, cuando entramos en "modo vacaciones" estos niveles de hormonas disminuyen, con lo que nuestro sistema inmunológico se deprime y podemos enfermar con más facilidad o tener algunos problemas de salud.

El estrés vacacional afecta a personas para las que el trabajo lo es todo y en su día a día (periodo no vacacional) tienen poco o nulo tiempo de ocio, así como tampoco tienen tiempo para su familia e hijos. Cuando se encuentran de vacaciones, tiene dificultad para manejar todo ese tiempo libre, no saben cómo relajarse y disfrutar de él. De tener una agenda a tope y estar siempre pendientes del móvil y de los correos electrónicos, pasan a no tener nada de ello. Y cuando la persona se queda sin su rutina de hábitos laborales y profesionales, se desestabiliza.

En cuanto al tipo de personalidad que hay detrás de la gente que padece este problema, encontramos a personas con un elevado nivel de autoexigencia, acostumbradas al tengo que hacer y a las cuales les cuesta delegar o que están habituadas a trabajar bajo presión. A veces, son personas a las que les da miedo ir de vacaciones porque temen lo que pueden encontrarse a la vuelta. Erróneamente, creen que son imprescindibles y que nadie podrá realizar su trabajo si ellos no están presentes»; una sensación que afecta, según el último informe anual InfoJobs-ESADE sobre el Estado del mercado laboral en España, al 34 % de los empleados. De hecho, el 8 % nunca se coge más de una semana seguida de vacaciones por temor a que el trabajo no salga adelante en su ausencia.

Según este informe, el 51 % de la población activa española declara que responde a correos electrónicos y atiende a llamadas de trabajo durante su periodo de vacaciones. Suelen ser personas acostumbradas a realizar largas jornadas laborales (10-12 horas al día), que ocupan cargos muchas veces de elevada responsabilidad, o bien que asumen muchas funciones.

Así, si tus vacaciones destacan por tener demasiados planes, o bien por no tener planes y tener demasiado tiempo libre, puedes sufrir de estrés vacacional. 

Y luego está la familia: Hay personas que solo están acostumbradas a hacer frente a las obligaciones profesionales. Si, de repente, se encuentran con que tienen que atender a una pareja y unos hijos, se estresan. En vacaciones todo suele ser más intenso y pueden aumentar los conflictos. 

Desde Emocionar-T de deseamos un feliz verano y aquí te dejamos algunos consejillos que te pueden ayudar a disfrutar un poco más de tus vacaciones. 

- Es necesario un "detox digital", desconectar de móviles y tablets es muy necesario para descansar y para seguir siendo productivos después. 

- Para aquellas personas que no puedan evitar consultar su teléfono móvil, es recomendable que se obliguen a hacerlo solo una vez al día y en una franja horaria concreta.

- Unos días antes de irse de vacacaciones, intentar bajar el ritmo de trabajo. Pensar o escribir qué cosas te gustaría hacer cuando estés en esos días de descanso y planificar unas vacaciones realistas. No intentes ocupar todo el tiempo con actividades.   

- Ten presente que no tienen que ser unas vacaciones «perfectas»; es decir, prepárate para los imprevistos, porque alguno habrá, y concédete un tiempo de adaptación. No todo el mundo es capaz de desconectar el primer día a primera hora.


- Deja a un lado las obligaciones. Intenta modificar el «tengo que hacer / debería…» por el «me gustaría / me apetecería…»

- Resérvate un tiempo para ti. Puede ser una pequeña siesta, 30 minutos de lectura, un paseo por la mañana con tu perro…cualquier momento del día donde puedas estar contigo y disfrutarte.

- ¡Atención plena! Presta atención en el «aquí y ahora». Esto te permitirá disfrutar del presente. 

- Vive el momento. Esto es fácil decirlo, pero no todo el mundo lo llega a realizar. Muchas veces pensamos más en el tiempo que nos queda de vacaciones, por ejemplo, que en disfrutarlas. Además, si las cosas no salen como las tenías planeadas, no te agobies, disfruta de lo nuevo que vayas a realizar.

 

- Descansa bien. Muchas veces pensamos que al tener tanto tiempo libre podemos hacer un millón de actividades, y al final acabamos más cansados que cuando trabajamos. Piensa que las vacaciones es una época de disfrute y descanso. Duerme y relájate todo lo que necesites.

 

- Puedes comenzar a realizar ejercicios que te ayuden a relajarte. Como por ejemplo el yoga o la meditación. Son muy buenas prácticas para controlar la ansiedad y conocerte mejor a ti mismo/a.

 

- Aprende a ser flexible. Sobre todo, si viajas en grupo o familia, llega a acuerdos y pronuncia tus preferencias. Poned en común ideas y decidid lo que os venga bien a todos por igual.

Te deseamos unas muy felices vacaciones, y estaremos de vuelta en septiembre para atenderte en lo que necesites, incluido el estrés post vacacional.

Artículo escrito por Xènia de Fermentino.

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